conversan con su propio lenguaje

nuevos mundos

Dice Kandinsky (Rusia, 1866-1944) que "el pintar es un choque atronador de mundos diferentes destinados a crear en mutua lucha -y como resultado de ella- el mundo nuevo. Técnicamente, toda obra surge tal como surgió el cosmos: a través de catástrofes que del caótico mugir de los instrumentos terminan por hacer una sinfonía, que recibe el nombre de música de las esferas. Crear una obra es crear un mundo."
Asumo que las fotografías también son sinfonías visuales surgidas de un choque de mundos.

la propiedad compartida

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arte y anarquía

Guillermo Facio Hébequer, En los talleres (Serie: El Trabajo), Lámina n° IV (Serie: Tu historia compañero) y Obrero.


A diferencia de otras corrientes de la izquierda, el anarquismo manifestó un particular interés por la problemática del arte. En la Europa de fines de siglo su incidencia, desde la producción teórica (Proudhon, Kropotkin, Tolstoy o los filoanarquistas, como Morris o Guyau) o la práctica artística (divisionistas y simbolistas), fue decisiva. Este interés por el arte puede relacionarse con una problemática central en el pensamiento anarquista: la del trabajo alienado en la sociedad capitalista. En el nuevo mundo que promete y espera el anarquismo –el mundo de la igualdad-, el trabajo ya no tendrá las terribles connotaciones del presente. Como dice Tolstoy, “desaparecerá la idea de que el trabajo es una maldición, para convertirse en un placer”. En cambio, el trabajo del artista en la sociedad capitalista es considerado como un trabajo no alienado y por lo tanto una prefiguración del trabajo placentero del futuro. En sus News from Nowhere, William Morris vislumbra, en la sociedad perfecta de un futuro 1952, que los hombres se dedicarán a “la producción de lo que antes se llamaba arte, pero que hoy no tiene nombre entre nosotros, porque ha llegado a ser una parte esencial del trabajo humano” y establece una significativa correspondencia entre “arte o trabajo placentero”. Por su parte, el interés por la problemática del trabajo hace que el artista anarquista reivindique su actividad ante todo como un trabajo manual, como un oficio.

Hebequer, "Bandera Roja"

Además, en las estrategias anarquistas, al arte le compete un papel privilegiado ya que se le reconoce su especial capacidad para actuar sobre los hombres. Ya Proudhon definía el arte como “una representación idealista de la naturaleza y de nosotros mismos, en vista del perfeccionamiento físico y moral de nuestra especie”. Esta confianza en el poder del arte trae aparejada la exigencia de una finalidad transformadora que exceda lo meramente estético y que, por lo tanto, se enfrenta con la doctrina de “el arte por el arte”. Así, Tolstoy define el arte como “un medio de fraternidad entre los hombres que les une en un mismo sentimiento, y por lo tanto, es indispensable para la vida de la humanidad y para su progreso en el camino de la dicha”. La finalidad específicamente extraestética del arte conduce a considerarlo como un arma dentro de las luchas sociales. En una obra de gran circulación popular, como Palabras de un rebelde, Kropotkin hace una convocatoria concreta a los jóvenes artistas: “Y vosotros, poetas, pintores, escritores, músicos, si os hacéis cargo de vuestra verdadera misión y en interés mismo del arte, venid a nosotros: poned vuestra pluma, vuestro lápiz, vuestro cincel y vuestras ideas al servicio de la revolución. (...) Mirad al pueblo lo triste de su vida actual y ponedle ante los ojos la causa de su desgracia”.

En “Los artistas del pueblo: anarquismo y sindicalismo revolucionario en las artes plásticas”, Miguel Angel Muñoz. Revista Causas y Azares N° 5, Buenos Aires, 1997.




3 comentarios:

  1. hm aunque es un tanto dificil que una obra no de cuenta, en mayor o menor medida, del tiempo en el que es generada a veces me genera una leve urticaria esa idea de que el arte tiene que ser socialmente comprometido.
    quizás sean rollos míos, no se, no es que no se pueda transmitir un mensaje, hacer una devolución sobre la realidad, de hecho hay cientos de casos de obras geniales con contenido...pero también se corre el riezgo de caer en algo tipo panfleto, como si una obra tuviera que tener un mensaje social para tener validéz.

    saludos, paula.

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  2. no se si TIENE que tener mensaje. lo que si hay, indudablemente, entre la obra y su tiempo, es una relacion social que por mas que la obra no la exponga abiertamente, subyace y determina su significado a partir de su contextualizacion.
    creo, de todos modos, que muñoz se refiere puntualmente al arte politico y en especial a la relacion entre el pensamiento anarquista y la expresion artistica.

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  3. por casualidad encontre este espacio...en relacion a esta seccion en particular, difiero en que sea el anarquismo la unica corriente de la izquierda que manifiesta interes en la problematica del arte...Trotsky (marxista revolucionario sovietico, creador de la cuata internacional) escribio un hermoso libro llamado literatura y revolucion...invito a su lectura...
    la produccion artistica es reflejo de su tiempo...y el compromiso social no pasa necesariamente por algo similar al "realismo socialista" por ejemplo...el arte se puede decir que, siendo la maxima expresion del desarrollo de la cultura humana, presenta una determinada sensibilidad -social- (esto no quiere decir necesariamente de izquierda), mas alla de su estetica particular, y puede cumplir un rol revulsivo socialmente...esto ultimo no es general de todo el arte, que bajo este sistema se ve enclaustrado en un circuito infinito de mercancias, que a la vez pretenden transformarlo en algo infensivo.

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el infierno tan temido

(...) El Gran Kan estaba hojeando ya en su atlas los mapas de las ciudades que amenazan en las pesadillas y en las maldiciones: Enoch, Babilonia, Yahoo, Butua, Brave New World.
Dice:
--Todo es inútil si el último fondeadero no puede ser sino la entrada infernal, y allí en el fondo es donde, en una espiral cada vez más estrecha, nos sorbe la corriente.
Y Polo:
--El infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquel que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio.

LAS CIUDADES INVISIBLES, Italo Calvino

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