homenaje al martirio del padre carlos mugica en la plaza donde fue masacrado por la Triple A, hace 50 años.
No lloremos por los que murieron de pie.
Esos compañeros y compañeras les imprimieron a sus vidas
un sello indeleble y significativo: el sello de los revolucionarios.
Murieron, pero no perdieron sus vidas.
Prueba de ello es que son, para tantos, ejemplo y paradigma (...)
No lloremos, porque los muertos guían a los vivos.
Lloremos sí por los que desertaron de la lucha,
se dejaron seducir por los encantos del sistema capitalista,
se acomodaron para no perder el plato de lentejas
de una migaja de poder,
de riqueza o de buena reputación entre las élites.
Por quienes llorar
Frei Betto